Recibido para Arbitraje: 20/03/2020
Aprobado para su publicación: 23/03/2020
El 11 de Marzo de 2020 el COVID-19 fue declarado una pandemia por la Organización Mundial de la Salud. El objetivo del presente artículo es evaluar la vulnerabilidad de los pacientes con discapacidad ante la pandemia del Coronavirus. Existen varios factores a considerar como son las comorbilidades que se asocian a cada una de las condiciones, así como el impacto emocional y cambios conductuales que se originan en los pacientes debido a la crisis y al aislamiento social que se lleva a cabo en la mayor parte de los países del mundo.
Palabras clave: coronavirus, SARS-Cov-19, discapacidad
On March 11, 2020, COVID-19 was declared a pandemic by the World Health Organization. The objective of this article is to assess the vulnerability of patients with disabilities to the Coronavirus pandemic. There are several factors to consider such as the medical conditions that are associated with each of the conditions, as well as the emotional impact and behavioral changes that originate in patients due to the crisis and social isolation that takes place in most part of the countries of the world.
Key words: coronavirus, SARS-Cov-19, disability.
Autor de correspondencia: Mariana Morales-Chávez
La Organización Mundial de la Salud ha declarado el 11 de Marzo de 2020 al COVID-19 como una pandemia al ser una enfermedad epidémica que se extendió a muchos países atacando a gran cantidad de individuos en diferentes localidades y regiones, no es una decisión sorpresiva pues la velocidad de la propagación indicaba que esto era predecible.1
Esta epidemia se propaga rápidamente por vía respiratoria y contacto directo, tal como lo describe el artículo de Li et al.2, se detectó transmisión de humano a humano con un período de incubación estimado entre 2 y 10 días y las personas con discapacidad forman parte del grupo de alto riesgo de contagio. Existen varios aspectos a considerar en relación a los efectos del coronavirus en las personas con discapacidad. El primero de ellos es la condición médica concomitante con cada condición.
Uno de los mejores ejemplos son los pacientes con Síndrome de Down, cuya prevalencia mundial es de 1 por cada 700 nacidos vivos, siendo la condición cromosómica más común causante de discapacidad intelectual.3 Los expertos en salud de DOWN ESPAÑA, los colectivos médicos y colectivos científicos internacionales de T21Research Society recalcan que por el momento no hay información estadística ni evidencias sobre cómo está afectando el coronavirus a las personas con síndrome de Down ni sobre su vulnerabilidad específica. Sin embargo, del 40 al 50% de este grupo de pacientes padece malformaciones cardíacas, muchas de ellas no intervenidas. Así mismo, algunos presentan enfermedad pulmonar crónica u otras complicaciones como hipertensión arterial o diabetes lo que los hace más vulnerables a esta infección.4
Por otro lado, el síndrome de Down es la condición genética más común asociada con defectos inmunes. El grado de desregulación inmune en el síndrome de Down es sustancial, abarca los sistemas innato y adaptativo e incluye anomalías en: células T y B, monocitos, quimiotaxis de neutrófilos, citocinas circulantes y respuestas de anticuerpos subóptimas que contribuyen a un mayor riesgo de infecciones, peor clínica, resultados e inflamación crónica en esta cohorte vulnerable.5 En el 2007, Simon et al. publicaron un caso de un paciente con Síndrome de Down que presentó una neumonía atípica causada por el coronavirus humano OC43, la cual fue relacionada con la inmunodeficiencia del paciente. Esta situación podría ser similar con el SARS-CoV-2.6
En el caso del Autismo, una condición cada día más prevalente que en la actualidad se presenta en 1 de cada 59 niños, también se han identificado alteraciones tanto en la inmunidad innata que es la primera línea de defensa cuando ocurre una infección; como en la inmunidad adaptativa, la defensa específica para un antígeno, que es duradera; haciéndolos de igual forma más vulnerables ante la infección por SARS-CoV-2.7,8
Otro aspecto fundamental es el impacto emocional que se genera en la mayoría de los pacientes con discapacidad debido a las medidas tomadas como el aislamiento social y la interrupción de las rutinas diarias. Estos cambios de rutinas generan comportamientos disruptivos en varios grupos de pacientes como las personas con autismo a los que la pandemia ha hecho cambiar por completo su día a día. El simple hecho de tener que lavar las manos con más frecuencia y con productos específicos puede representar para muchos de ellos un motivo de estrés adicional un problema debido a los trastornos sensoriales que suelen presentar. Así mismo, la realidad en cada hogar ha demostrado en los últimos siete días que el aislamiento social es difícil para todos. Pero mucho más para pequeños con algún trastorno del espectro autista o del desarrollo de especial gravedad que requieren actividades diarias al aire libre. Por ello, algunas ciudades del mundo han otorgado permisos especiales a los pacientes con autismo para salir a dar pequeños paseos con un solo acompañante. La relatora especial sobre los derechos de personas con discapacidad de la ONU, Catalina Devandas plantea que no se debe utilizar términos negativos para explicar la situación a estos pacientes, sugiere crear rutinas nuevas con momentos de distracción y momentos de preocupación ya que debido al cierre de los centros educativos estos pacientes no pueden acudir en forma regular a sus terapias lo cual altera la rutina diaria generando más ansiedad.9-11
La Comorbilidad con problemas de salud mental y ansiedad en personas con autismo son muy frecuentes, sobre todo ante situaciones nuevas que no sepan encarar, siendo un buen ejemplo la cuarentena que se afronta mundialmente en la actualidad. Por las dificultades en el reconocimiento de la expresión emocional o la tonalidad de la voz de estos pacientes, sus cuidadores pueden no identificar la ansiedad, lo que dificulta que puedan recibir ayuda en estas situaciones. Igualmente, pueden presentarse episodios depresivos donde el único signo visible puede ser un comienzo brusco de irritabilidad o alteración conductual.9,10
La situación de excepcionalidad provocada por la pandemia de COVID-19 y las medidas drásticas para contener su propagación y evitar el colapso de los sistemas sanitarios mundiales tienen especial impacto en las personas con discapacidad, sobre todo aquellas que estén institucionalizadas como suele ocurrir con los pacientes con Alzhéimer y otras demencias. Además de ser más vulnerables al virus por su avanzada edad en muchos casos, el confinamiento provoca un cambio en las rutinas que les ofrecen estabilidad, como: salir a pasear, acudir a los centros para mayores o visitas de sus familiares. Entre las decisiones adoptadas por los gobiernos de muchas comunidades se encuentra la restricción de visitas a adultos mayores y personas con discapacidad que estén en centros de salud o de cuidado; medida que afecta significativamente la salud emocional de estos pacientes, haciéndolos incluso más vulnerables a la propagación del virus e incluso víctimas de abusos o negligencia por la falta de supervisión. Muchos de estos pacientes con discapacidad que están institucionalizados o viven solos, requieren apoyo para realizar funciones básicas, lo cual se hace imposible con el distanciamiento social.11,12
Un estudio realizado por Lima et al. concluyó que los adultos mayores con afecciones psiquiátricas pueden experimentar más angustia debido a que la epidemia de COVID-19 ha puesto de relieve posibles brechas en los servicios de salud mental durante las emergencias y la mayoría de los profesionales de la salud que están trabajando en las áreas de emergencias y aislamiento no tienen la preparación adecuada de cómo manejar la salud emocional de los pacientes.13
Por último y no menos importante, es fundamental lograr que los pacientes con diversas discapacidades tengas acceso a la información sobre las medidas de prevención y propagación de esta nueva pandemia sin precedentes que afecta al mundo. Se deben hacer campañas de información sobre las medidas preventivas en lenguaje de señas, pictogramas subtítulos y otros formatos accesibles para cada una de estas poblaciones. Es importante no olvidar que muchos de estos pacientes utilizan múltiples dispositivos para poder sobrellevar sus discapacidades como bastones, sillas de ruedas, dispositivos móviles, tabletas; para los cuales debe darse especial instrucción de desinfección. En relación a las personas con discapacidad visual durante la cuarentena, que debido al distanciamiento social no puedan recibir la cotidiana ayuda, se aconseja no mover de lugar los artículos de aseo personal y de desinfección para no desorientarlos, así como facilitar su acceso y su identificación a través de envases de distintos tamaños que permitan distinguirlos.11-12,14