Los avances tecnológicos han impreso a las artes gráficas un impulso que nadie esperaba, los procesadores de palabras facilitan enormemente la labor de los editores de textos, quienes no necesitan transcribir todo el material, sino organizar el material, obviando los clásicos errores de reescritura, sobre todo en nombres, fechas formulas y nomenclaturas.
Los escáners facilitan el manejo de las imágenes permitiendo que las mismas puedan ser digitalizadas y agregadas al texto con mucha facilidad, permitiendo que llegue al editor todo el material en formato digital, esto redunda en ahorro sustancial de tiempo y trabajo y evita la pérdida de material valioso, como eventualmente sucedía con fotografías o diapositivas de casos clínicos que no tenían duplicado y que se extraviaban en el proceso de manipulación y traslado desde la oficina de redacción de la revista al editor, de este al fotolito, luego a la imprenta para llegar de nuevo a la dirección de la revista.
Si embargo por detrás de estos avances tecnológicos existe otra cara de la moneda el alerta que tocamos en este editorial es sobre la manipulación de las imágenes y su "retoque artístico" en el formato digital, lo cual pudiera prestarse a un maquillaje que desvirtuaria la realidad de la imagen, incurriéndose en lo que se conoce como fraude científico, el alto grado de desarrollo tecnológico al que ha llegado el manejo de la imagen digital podría facilitar a personas inescrupulosas a falsear resultados de experimentos o técnicas, lo cual de ser descubierto sería duramente sancionado por los organismos rectores de la política editorial en los distintos sectores existentes en todos los países organizados, dependiendo de la gravedad del fraude científico pudiera llegar hasta a sanciones internacionales de prohibición de publicación a los individuos involucrados con el fraude, y si diese a lugar hasta demandas judiciales.
Una manera de disminuir esta posibilidad es solicitar a los autores de los trabajos el envió del material original a escanear (fotografías, diapositivas, láminas microscópicas, frotis etc. Para ser escaneados o digitalizados por la propias revistas, aun cuando esto implica una mayor inversión en equipos y algo mas de trabajo para el editor de la misma, garantiza un mayor margen de seguridad en el manejo de las imágenes. Si bien sabemos que siempre existirá la posibilidad de algún fraude científico, es nuestra responsabilidad como editores el oponer todos los obstáculos posibles para evitarlo.
Oscar Quirós Alvarez