Jesús Saturno Canelón.
No peco de atrevido ni de novedoso si afirmo que muchos historiadores de la odontología evaden ciertos temas, generalmente contemporáneos, mientras en otros, centenarios, se limitan a transcribir con nuevas palabras lo dicho por sus predecesores, sin aportar el menor esfuerzo investigativo que introduzca algún matiz enriquecedor a la añeja chuleta.
En ambas situaciones parece pesar el mandato positivista acerca de las historias sectoriales, construidas como monografías desconectadas del contexto social. Así, la crónica de la Odontología resulta una reseña intimista de lo que los dentistas y sus predecesores han hecho a lo largo de los siglos en su oficio, con sus manos, sus hierros, materiales y medicamentos, reseña a la cual se van sumando sus héroes (Hipócrates, Galeno, Santa Apolonia, Fauchard...), sus villanos (barberos, sacamuelas, intrusos) y, más tarde, sus instituciones consagratorias: la Escuela, la Facultad, el Gremio... Desde allí en adelante, nuestra historia se convierte en hemético tren disparado hacia un futuro promisor, tren alimentado por las técnicas restaurativas donde vamos todos, menos quienes nos necesitan.
Es, pues, a partir de ese esquema aislante como se deja a otros el enfoque de temas como los inasibles progresos de la prevención, la situación de salud-enfermedad bucal, o los resultados de aquella vieja guerra contra los intrusos, omisiones quizás cobijadas bajo el manido pretexto -también positivista- de "dejar enfriar" los problemas para que, en el futuro, sean analizados con mayor objetividad y serenidad. Ante tales carencias momentáneas, igual punto de partida podrían tener las lánguidas clonaciones de artículos sobre Santa Apolonia, Ambrosio Paré, Pierre Fauchard, etc., o los patrióticos estudios sobre la oclusión o las afecciones periodontales de nuestros próceres indepedentistas.
Quizá el ejemplo más relevante de omisión (en unos, total y en otros parcial) por la relevancia del hecho silenciado, es el tratamiento dado a la fluoruración del agua como preventivo de la caries dental, en tres textos de historia de la profesión, y en uno de odontología sanitaria.
En la presente entrega de "Los dientes de Clío" analizaremos dos de ellos, utilizando como contraste al primero: La Historia de la Caries Dental, de Russell Bunting. Igual haremos con los restantes, que estudiaremos en la próxima.
Publicado en los Estados Unidos en 1953, y en castellano al año siguiente, en Buenos Aires, el libro de Bunting viaja desde la antigüedad hasta la primera mitad del siglo XX hablándonos de las sucesivas teorías y tratamientos contra la caries; a partir de 1910 describe el proceso de la investigación sobre el esmalte veteado y su relación con la ausencia de la enfermedad, y al llegar a la mitad del siglo ya nos informa, emocionado, acerca de las comprobaciones preliminares: entre 40 y 60% de reducción de caries.
"Estas comunicaciones preliminares han sido tomadas ávidamente por un público ansioso, y en muchas partes del país, grandes y pequeñas municipalidades están planeando comenzar la fluoruración de sus aguas. Si resulta cierto que la fluoruración del agua impedirá aproximadamente dos tercios de la caries en poblaciones grandes, y ésto parece ser bastante posible, todo el problema de la enfermedad dentaria y su tratamiento será definitivamente alterado.... Esto brinda la primera esperanza de que la caries pueda ser atacada sobre una base de salud pública y sometida a formas de control comunales"(1).
Editado casi una década después del de Bunting por la Organización Panamericana de la Salud (Washington, 1962) el libro Odontología Sanitaria, del doctor Mario M. Chaves incluye un esquema de la evolución de la Odontología "desde sus comienzos hasta el punto a que ha llegado hoy en los países más adelantados".
En la etapa "Avanzada", última de las cinco que comprenden dicha evolución, el autor alude al alto nivel alcanzado por la profesión, a su balanceada enseñanza técnica, biológica y social, que en los Estados Unidos ya llega hasta los postgrados (Master y Doctor). Señala que allí, el ejercicio ilegal ya casi desaparece y que la profesión goza, en general, de una situación buena, aunque "se preocupa, naturalmente, por el hecho de no poder atender a la necesidad de tratamientos existente... El aumento del número de dentistas es solución para el futuro y depende también de factores que escapan al control de la profesión... Surge, así, "la higienista dental en los Estados Unidos, para trabajos preventivos" (2). Sin embargo, en todo el texto no aparece alusión alguna a la otra prevención, más económica, que para aquella fecha ya llegaba a muchos hogares por las tuberías: el agua fluorurada.