14/08/1997
Estimados graduandos:
Quisiera transmitirles la inmensa emoción que siento en estos momentos, al encontrarme reunido con todos ustedes. Quisiera expresarles el orgullo y satisfacción que he sentido desde que fui nombrado, junto con el compañero Carlos Guerra, "padrino de esta promoción". Por no encontrar palabras para manifestarles estos sentimientos, les doy mi amor, porque fue amor lo que recibí de ustedes, que me han permitido vivir experiencias nuevas que perdurarán en mi como cálidos recuerdos.
A manera de anécdota les narro que ese jueves, mientras bajaba las escaleras de nuestra querida Facultad, sonó mi teléfono y al contestar la llamada era una de las muchachas que hoy se encuentra aquí, para recibir el título de Odontólogo, y me preguntó si yo quería ser padrino. Aquello me asombró, pues yo había visto días antes sin signos de que fuera a tener un hijo y al cual quería que apadrinara. Una vez que se aclaró todo, pasaron por mi mente y por mi corazón un tropel de pensamientos y de emociones: ¡Que grandioso es, después de una trayectoria universitaria de 25 años, recibir la alegría de ser nombrado padrino de una promoción de Odontólogos de la Universidad Central de Venezuela, Institución a la cual me siento orgulloso de pertenecer! Considero que no hay algo más importante ni enaltecedor para un profesor universitario, que el ser nombrado padrino de un grupo de jóvenes que egresan de estas aulas de estudio, en donde compartimos la tesonera lucha por la conquista del futuro. Es recoger el fruto del trabajo realizado, basado en el respeto, la lealtad y la independencia.
Al ser vuestro padrino me han otorgado un alto honor y también el compromiso de seguir acompañándolos y orientándolos en su naciente desarrollo profesional.
Cabe destacar en este momento un pensamiento de nuestro Gran Simón Bolívar "sobre mi corazón no manda nadie más que mi conciencia. Los beneficios que se hacen hoy, se reciben mañana, porque Dios premia la virtud en este mismo mundo".
Egresan ustedes queridos graduandos en un momento en que nuestro País se encuentra sumergido en una gran crisis, crisis que involucra no sólo la galopante devaluación de nuestro signo monetario, sino que también se expresa en el deterioro de distintos aspectos de nuestra vida ciudadana. La inseguridad personal, se une a la crisis asistencial y de la educación, para formar un maligno triunvirato que pretende llenar de sombras el futuro de las generaciones venideras. Como profesionales de la salud, estos dos últimos aspectos nos llegan directamente y nos imponen el deber de actuar.
Ustedes egresan de una Universidad desprotegida en estos momentos, pero que a pesar de las dificultades sigue avanzando y venciendo las sombras. Tenemos el deber de seguirla defendiendo, y sin temor a equivocarme afirmo que todos ustedes, desde sus sitios de trabajo, desde cualquier lugar que ocupen en la sociedad, harán grande a la Patria y a esta Universidad que los ha formado. Debe ser este nuestro reto, nuestro compromiso, porque en ustedes, que son un grupo de vencedores, está la esperanza y el futuro.
Hasta cierto punto han tenido suerte, ya que la huelga nacional de universidades, por justas reinvidicaciones sociales, morales y académicas, casi compromete todos los Actos de Grado del año 1997. Lamentablemente quedan en pie nuevas amenazas de suspensión de actividades, debido a la negativa del gobierno de turno para otorgar los recursos necesarios que le permita a las universidades continuar su proceso formativo de investigación y de extensión.
Las puertas de esta casa de estudio, en la cual habitaron unos cuantos años, algunos más y otros menos, sigue siendo su casa. Sigue siendo el sitio de investigación, de consulta, de referencia y de muchos sueños. Y de manera definitiva, la forma de mantener unida esta Promoción Seijas-Guerra, que por las extensas actividades desplegadas por sus integrantes, fue noticia y acontecimiento durante el último año y medio en nuestra Facultad.
En estos momentos quedan atrás algunos sinsabores vividos, los momentos de stress ocasionados por los exámenes, por las presentaciones de casos, por los pacientes que nos embarcan una, dos y múltiples veces. Dejamos atrás los posibles momentos de desavenencias entre compañeros, cosas que se pueden considerar hasta normales en esta lucha por la existencia y sobrevivencia. Sin embargo, lo que no podemos olvidar es a nuestra Alma Mater; tengámosla siempre presente.
Estimados Graduandos: Conozco los diferentes sentimientos que en estos momentos los embargan, porque, hace algunos años, sentado donde ustedes están hoy, viví esa misma experiencia. En estos instantes, donde aquellos hechos llegan vívidos a mi memoria, extraño la presencia de mi padre, pero en la fidelidad que me impone su recuerdo, les pido que se muestren siempre agradecidos del apoyo que han recibido de sus padres y demás familiares. Correspondan a ellos con amor y solidaridad.
De mi parte les deseo el mayor éxito profesional, y el mayor éxito familiar. Disfruten de estos actos con la mayor intensidad, pero también con la mayor precaución. Cuenten siempre con un amigo, con un profesor, y con un compañero de profesión.
Salud Graduandos